sábado, 27 de septiembre de 2025

El miedo no puede ganarnos

El sistema penitenciario vive momentos de suma tensión con episodios violentos que no se habían manifestado hasta ahora. Un tiroteo en plena puerta del establecimiento del ex ComCar generó escenas de extrema violencia cuando desconocidos dispararon contra un recluso que salía en libertad hiriéndolo de gravedad junto a su acompañante. Un escenario donde la violencia volvió a decir presente para dejar un antecedente histórico jamás registrado... hasta ahora. 

Los hechos volvieron a poner en la agenda a lo peor de un sistema que experimenta sus pulsiones y se manifiesta en consecuencia. Hechos que se trasladan desde adentro de los establecimientos y se continúan afuera. Esta vez se traspasó un límite, una frontera que nunca antes se había transgredido. La alerta se encendió y no se apagará tan fácilmente...

A pesar de todo

Si algo no puede permitirse es que el miedo paralice toda acción, porque ello significaría que los violentos empiezan a ganar esta pelea. Por ello es que no estamos dispuestos a quedar inmovilizados por los hechos violentos a la espera que la situación cambie porque nada cambiará por arte de magia.

En tal sentido, nos propusimos a continuar con lo que nos habíamos propuesto de hacer que las cosas pasen. Pequeños pasos para empezar a transitar los cambios en el sistema y mejorar lo que se puede mejorar con ingenio y voluntad.

Los contextos de encierro guardan muchos aspectos que hay que modificar de forma urgente. En las actuales condiciones, nuestro sistema penitenciario queda en el debe a la hora de hablar de rehabilitar a los privados de su libertad como establece el mandato constitucional. En tal sentido, es imperioso comenzar a mutar ese estado de situación para que la cárcel no sea la única alternativa posible y, en caso que lo sea, el tiempo de internación se convierta en uno de calidad sanitaria y humana, donde no se pierdan valores de convivencia e impere un mínimo de dignidad.

La violencia no deja de estar presente en los entornos penitenciarios, al estrés del encierro se le suman otras aristas que incrementan el nivel de inseguridad que se vive en una cárcel. El hacinamiento que sufre todo el sistema de privación de libertad conspira contra cualquier iniciativa y deprime notoriamente la atención individual que requiere cada interno para pasar a ser un problema colectivo de muy difícil administración.

En ese contexto, las condiciones sanitarias de la población hacen parte de una problemática a la que el sistema ha querido dar soluciones concretas pero que no han tenido la debida y correcta administración. 

Tal es el caso del hospitalito de la Unidad Nº 4 de Santiago Vázquez, donde se produjeron los incidentes con los que inicié esta columna. Una construcción de última generación que se culminó en la pasada administración y que para asombro nuestro no está operativa a pesar de haber sido inaugurada con mediática exposición. 

Una construcción inserta en medio del complejo penitenciario, con salas de internación y atención primaria de salud, con modernas instalaciones y excelente construcción que no tuvo contemplado los recursos humanos que la pusieran en marcha. Un sinsentido inexplicable al que hay que ponerle pienso y recursos de manera urgente.

Hacer que las cosas pasen

En ocasión de una anterior visita al establecimiento, tomamos conocimiento de la existencia de esta edificación y no pasamos del asombro al verlas flamantes y sin uso a pesar de la imperiosa necesidad de servicios como los previstos para esas instalaciones. 

En el centro penitenciario más poblado del país, con una cantidad que supera las 5.000 personas privadas de libertad, la atención sanitaria es un elemento principal que requiere de muchos recursos -principalmente humanos y logísticos- a la hora de su atención. La construcción de instalaciones destinadas a dar una atención primaria y/o de urgencia en un centro de reclusión no solo es una necesidad, es una obligación. Tenerlas y no usarlas, es un acto de pésima administración y un lujo insostenible para cualquiera.

Junto al diputado Pablo Inthamoussou, coordinamos una visita conjunta que -a pesar de los tristes incidentes reseñados- no postergamos en el sentido de hacer que las cosas pasen sin pretextos de ningún tipo. Sabemos que su puesta en marcha es una necesaria acción que propiciará la mejora de las condiciones de reclusión y contribuirá positivamente a mejorar el clima que vive el complejo penitenciario. Nos acompañó la Dra. Marcela Cuadrado (miembro vocal del directorio de ASSE), e integrantes de SAIPPL (Sistema de Atención Integral a Personas Privadas de Libertad), con ellos y la dirección del complejo, recorrimos las instalaciones en procura de empezar a coordinar su puesta en funcionamiento.

En un contexto donde los recursos son insuficientes, hay que extremar el ingenio y aplicar el sentido común para que los servicios se pongan en funcionamiento. 

A veces, es necesaria una mirada externa que aporte -de forma constructiva- una solución al problema. Un problema que es harto difícil y que implica a todo un sistema que está al borde del colapso y no resiste seguir incrementando su población.

"A las 8:50 estaba en ASSE, para sumarme a una delegación con la que recorreríamos instalaciones sin estrenar en el ex-ComCar. Hubo una pregunta que me sobresaltó... ¿estás segura que podemos ir? ¿No hay riesgos?..."

La razón de la pregunta no era otra que lo ocurrido la tarde anterior.

Ahí entendí otra dimensión, la de "Juan Pueblo" y el miedo que sienten ante una balacera cerca de su casa, en su barrio. Esta vez los que me consultaban eran médicos, profesionales que se han enfrentado más de una vez a la muerte, ellos eran ahora los que  tenían miedo... Es que esa misma muerte a la que enfrentan a diario ahora les podía tocar a ellos.

Uno no dimensiona la gravedad de los hechos hasta que esos hechos nos tienen como protagonistas.

Al llegar a la Unidad Nº 4 del INR esperamos que llegara su director Chávez junto con referentes de SAIPPL que trabajan allí. Todo era raro para esta delegación, se notaba en sus miradas... Caminaron, pasaron al lado de algunos internos, y sus ojos miraban para todos lados intentando despejar cualquier peligro. Llegamos a las instalaciones del Hospitalito que se encuentra en el centro mismo del complejo penitenciario y el nivel de la construcción los dejó atónitos.

Claro que de inmediato coincidieron que no se puede implementar allí un hospital ya que  tendría que tener un laboratorio. Y para eso se necesita mucho dinero, pero lo que sí es posible y rápido es acondicionarlo para gente que espera ser trasladado, reunificando todo lo que está disperso en otras salas de enfermería y hacer allí el centro de salud del ex-ComCar.

También se podrían aumentar las consultas con especialistas por videollamada, lo que daría fluidez a la atención sanitaria y no necesitaría de guardias penitenciarios para los traslados.

Pondrían un médico, un enfermero y un administrativo para agilizar las consultas. También un móvil para suplir el que actualmente está disponible y está radiado muchas veces por roturas. 

Digitalizar las historias, es otra de las posibilidades que se pueden mejorar con tablets, y luego volcarlas al sistema sorteando así los problemas de conectividad que sufre ese sector del complejo..

Por ahí dejo esta breve reseña de una visita necesaria que intentó acercar a los protagonistas para hacer que las cosas pasen...

Ahora a acompañar (y exigir) para que cumplan!!!!

Graciela Barrera
Diputada
MPP – Espacio 609 – Frente Amplio


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