sábado, 30 de agosto de 2025

El día después...

La Sala Camacuá estaba colmada y la adrenalina previa de los actores se dejaba ver en sus rostros: Distribuidos entre los espectadores se fueron acomodando para sus respectivas entradas a escena mientras el murmullo y la expectativa seguían inundando aquella sala. De pronto, un foco iluminó un punto entre el público y una voz del colectivo de Familias Presentes nos adelantó el sentido de la obra que íbamos a presenciar en pocos minutos. Por un rato, la libertad inundó el espacio y la esperanza de encontrar una salida se hizo presente para aquellos que esperan ansiosos una oportunidad en ese tan esperado y anhelado "día después"...

Actores cambiados

La obra fue escrita por Adrián Baraldo, un privado de libertad que cumplió condena en la Unidad Nº 6 del INR (Punta de Rieles), y que cursó estudios para la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Fruto de su aprendizaje en los talleres de literatura nació esta obra que hoy sus compañeros presentaron en memoria de su autor, lamentablemente fallecido en el año 2023.

Una representación que nos trajo a tierra una realidad que viven muchos de los privados de libertad que, cumplida su condena, terminan relegados por una sociedad que no termina de entender que la reclusión es solo una parte del problema y que si no ayudamos a que una vez recuperada su libertad puedan reinsertarse, seguirá sin solución.

Experimentar la crudeza de una situación que sufre un liberado, los prejuicios, las faltas de oportunidades para ese tan ansiado "día después", fueron puestos de forma simple y directa por los mismos y reales protagonistas de esas historias. Con una interpretación que mezcló el humor con la ironía al exponer esos mismos prejuicios que los excluyen y dejan condenados a volver a repetir situaciones de las que pujan por salir.

Con textos simples y directos, con situaciones que permitieron recrear la experiencia de quien es protagonista principal del rechazo o la demora burocrática (que también excluye y revictimiza), un comprometido grupo de internos se pusieron en rol y nos dejaron impresionados a todos.

No faltaron las mechas improvisadas que hicieron las delicias del público, porque tuvieron la enorme virtud de hacer reír y reflexionar al mismo tiempo. Sin falsos dramatismos, ni impostadas visiones, con la simpleza del cotidiano sufrir de los miles de liberados que no llegan a ninguna oportunidad que los aparte del delito como forma de vida.


El día después es un mensaje de esperanza escrito por quien soñó con que ese momento fuera una oportunidad para no volver nunca más a una cárcel.

Un hermoso espectáculo que tuvo al final un espacio para el intercambio que fue un brillante complemento donde los actores recibieron devoluciones a su trabajo y en el aire se sintió la presencia de Adrián Baraldo.

Particularmente me impresionó la intervención de un niño, Lautaro, quien felicitó a los actores al tiempo que informaba que durante años fue a visitar a su hermano a la cárcel y que por eso sabía lo que es vivir privado de libertad. Una situación que nos revela de forma descarnada que cuando se habla de victimas no son solo quienes sufrimos algún daño por los autores de un crimen, también hay otras víctimas que sufren, a veces de forma silenciosa, las consecuencias de sus acciones. Son sus familias, padres, hijos, hermanos, y todos quienes padecen las consecuencias de la privación de libertad de un familiar o un amigo, esas son también víctimas que la sociedad no se merece.

Es tiempo de que la cárcel sirva para recuperar personas y abandone su decadente acervo de ser depósitos humanos en que las hemos convertido en los últimos años. Es hora de empezar a deconstruir ese modelo regresivo y apostar por alternativas que permitan la genuina y verdadera rehabilitación de quien tenga que cumplir una condena.

Felicito a las autoridades que abrieron sus brazos a esta iniciativa, porque no alcanza con la voluntad de los internos si no hay una gestión que los acompañe y contribuya a que desarrollen esa habilidad para reconstruirse como personas. 

A todos ellos, gracias. Nos llenaron el alma de esperanza y nos dejaron convencidos de que es posible otra oportunidad y que hay para todos un día después que los espera...


Graciela Barrera

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